Idelfonso Martínez nació en Burgos a primeros del siglo pasado en una familia humilde. Sus padres buhoneros de tradición, viajaban por toda España acarreando las mercancías que vendían por los lugares. Esta vida no parece muy buena para un niño sin embargo Idelfonso se adaptó perfectamente a los viajes y cambios constantes de pueblos y ciudades propias de los buhoneros de élite.
Nunca fue al colegio y nunca aprendió a leer ni escribir, sin embargo una cierta habilidad especial le compensaba la falta de conocimientos académicos. Idelfonso era bueno, era muy bueno en la lectura de labios y comprensión de signos faciales, de tal manera que le bastaba con atender un cliente para, a través de una lectura visual de los movimientos faciales, corporales y de labios, saber con exactitud no solo lo que el cliente quería, sino para que iba a utilizarlo e incluso, exento de capacidad para las matemáticas puras, averiguar el precio de los artículos comprados sin hacer ninguna operación aritmética. Nunca aprendió a sumar ni multiplicar.
La incapacidad física de su padre debido a una enfermedad y la fuga de su madre a los 68 años de edad con un panadero chino que disidió retirarse en el Tibet, como todos los chinos panaderos que se precien, de hecho el Tibet es el lugar del mundo donde hay un mayor número de panaderos chinos por metro cuadrado.
Esta nueva situación provocó el salto definitivo a la actividad empresarial y en pocos años la ruina absoluta.
Un pueblerino sin sabiduría ni formación le compro varios artículos pero su mente sólo pensó en los 3 majales de tierra que poseía o en los 5 conejos que se escaparon o en los 7 días que le faltaban para la feria. Esto desconcertó al pobre Idelfonso que solo conseguí sumar hasta 15 pesetas cuando la venta era de 67.
Este echo fue observado por algunas personas que lejos de pensar que solo era un error de suma por falta de conocimientos, difundieran el buen corazón del buhonero que regalaba a los necesitados. Todo llegó a su fin.
Entre pueblo y pueblo Idelfonso había conocido a Dorotea, con quién en el transcurso de 3 años había el tenido 5 hijos preciosos que mirándoles bien, daban cierto aire parecido a su padrastro, el panadero chino.
La pena de no poder seguir regalando felicidad le venció y murió de tristeza un día frío de Noviembre, pensaron las gentes que le conocían y le seguían durante su aventura empresarial.
Pobre y solo murió de frío entre-pueblos, es lo que dictaminó el alcalde de Alhama de Granada, donde se le encontró fiambre.
Una multitud de gente asistió a su funeral, la misma que mas pronto que tarde insistieron al cura para que comentara con el obispo quién asciendo al arzobispo que infundiera adoración al cardenal y este en un periodo de retiros, convenció al Papa que proclamó a Idelfonso como el primer santo ascendido en tan corto plazo de tiempo. San Idelfonso patrón de todos los buhoneros (no confundir con San Idelfonso el patrón de Toledo que lo es por cuestiones mucho más fieles y religiosas que nuestro Idelfonso Martínez).
Sin embargo nuestra biografía no es para el padre, sino para los despadrados.
Los niños de San Idelfonso, como les llamaban los fieles y seguidores de los católicos y humanos actos que su padre promulgara, quedaron huérfanos muy pronto, a muy corta edad y siendo Dorotea, su madre, una campesina profunda, no les quedó otra que buscarse la vida como buenamente pudieron y finalmente se organizaron en un grupo de contadores de cabras y vacas en Asturias, donde se hicieron famosos contando mientras cantaban el número de cabras que entraban en los establos en día de ferias y subastas.
La cabra númeroooooooo catorce, quince millllllll pesetasssssss.
La vaca numeróoooooooo cincuenta cincuenta millllllllllll pesetasssssssss.
Ese cántico, nnanananaaaaaaaaaaaaaaaa nanana, permaneció en el tiempo haciéndoles conocidos y famosos en toda la comarca, ciudad y pronto en todo el país, mas tarde, los niños de San Idelfonso heredados por Felipe Lotero, quien organizó en su origen lo que hoy conocemos como la lotería y en su versión para la navidad con la colaboración inestimable de los cánticos de los sucesores, herederos, de los NIÑOS DE SAN IDELFONSO a quienes hoy querría, a través de este humilde artículo, agradecer su colaboración y solicitar, si fuera posible, alguna ayuda en la extracción de bolas que les seria compensado adecuadamente.
Viva San Idelfonso y sus niños...... viva San Fermín.
Esos niños lo pasaron mal...e un mondo difficile.
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