sábado, 22 de noviembre de 2014

María y la máquina del tiempo...

María....
La del pantalón de cuero...

María la del cabello largo, la morena, la aventurera... 
María...la chica valiente que atraviesa el viento volando, surcando mares de asfalto, en cualquier carretera de aquí hasta el lugar donde siga habiendo aire puro para respirar, donde las ilusiones superen la monotonía de  cada día...

Todas las zapaterías de la ciudad  querían que María trabajase con ellos. 
A penas veía entrar a un cliente, ella analizaba inmediatamente sus pies.


Ella me enseñó que cada pie es único.
Esto no sólo depende de la longitud y anchura, sino también de los huesos y el desarrollo de grupos de músculos, entre otros factores.
María sabía interpretar la forma de los dedos de los pies y a través de ellos saber cuáles son los problemas que tenemos en la vida.
No me extenderé más, sólo decir que María, a simple vista sabía distinguir unos pies del tipo Egipcio de otros tipo romano o del tipo griego....

Sus éxitos con los clientes se traducían en ingresos para sus jefes y por ello se la rifaban con ofertas laborales y mejoras de todo tipo hasta que finalmente un día entendió.

Una mañana, antes de llegar a su trabajo paró en un puestecillo callejero donde vendían café caliente y tortitas de harina envueltas en crema de chocolate negro y rellenas de una fina crema de vainilla con olor a canela.

Con su desayuno de cada día en la mano se sentó en los bancos que hay un poquito antes de llegar a lo de Edu y un instante después vio como alguien, que ahora no interesa, paró, miró y se apeó de una motocicleta y dejándola arrancada a ralentí, se marcho a comprar no se qué cosa...

En principio el olor a gasolina no le agradó pero, mientras comía su tortita y tomaba su café calentito, quedo perpleja, con una mirada fija, mirando la nada y su mente, por alguna circunstancia que no se conoce, saltó la barrera de lo racional y se trasladó a una carretera imaginaria donde se sintió libre como el viento, ligera como una pluma y con una sensación extraordinaria de paz... paz interior y absolutamente libre de ataduras racionales, de esas que tenemos casi todos los mortales....

Fue un instante, un deseo, un sueño, fue el momento ideal para subir a la moto, a esa máquina perfecta que desde entonces le acompaña y transporta en el tiempo hacia infinidad de destinos que todos envidiamos. 

Inició un viaje interminable en su máquina del tiempo que le llevará a conocer el mundo... con su pantalón de cuero, su camisa blanca y su pelo largo y moreno... 

Cuando a veces recibimos alguna postal de María en algún destino, en cualquier parte, todos sus amigos nos reunimos y la recordamos y la envidiamos y le pedimos que nos ayude a llegar a ese instante en el que ella saltó la barrera de lo racional y se convirtió en nuestro ídolo para siempre, en una persona liberada.





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