La arqueología es la Ciencia que estudia los
cambios físicos que se producen desde las sociedades antiguas hasta las
actuales, a través de restos materiales distribuidos en el espacio y
conservados a través del tiempo.
Yo solo soy su secretario de campo… su ayudante en el trabajo.
Un
buen secretario de campo se ocupa de preparar el campamento base desde
donde se planificará el estudio del terreno que previamente ha sido
seleccionado por “el arqueólogo”.
Hace
años que trabajo con ella, hace tiempo que siempre estoy a su
alrededor, hace ya años que la sigo hasta su infinito… pero nunca a una
distancia mayor de 3 metros de su trozo de cielo.
He
recorrido miles de kilómetros por ella, tras ella, en ocasiones incluso
hemos llegado a temer por nuestra vida en alguna cueva mientras se
hacía alguna excavación de alto riesgo.
Hoy mientras la miro, bajo la tienda de campaña situada en algún desierto de algún país lejano, la miro y, sin saber muy bien porqué, me trae a la memoria una película que no me dejó demasiada huella cuando la ví, pero que quizá se asemeja más de lo que me gustaría a mí realidad. (Tres metros sobre el cielo es un drama romántico de éxito que narra la historia de las relaciones entre personas de mundos opuestos)
El mundo de un ayudante no es el mundo que vive una persona como mi jefe, como Paulina.
El trabajo es tan importante para ella que olvida disfrutar de aquellas cosas simples pero impresionantes que nos rodean...
El cielo de África estrellado durante las noches de luna llena, el horizonte lumínico que aprecias en Groenlandia al alba, el color naranja que muestra el sol desde la muralla china y sobre todo, las emociones y sensaciones que te pueden aportar, que puedes compartir con las personas que te rodean...
Nueva York fue la ciudad elegida para la entrega de uno de los premios más conocidos al mejor trabajo de campo realizado durante el año y ella la arqueóloga premiada y yo... como siempre le acompañé de cerca, a 3 metros sobre su trozo de cielo.
Quizá hoy será el día señalado, quizá ahora o nunca encontraré ese instante en que la distancia de seguridad que siempre mantiene se reduzca y del 3 podamos pasar al 2, desde donde el cielo se aprecia más azul, desde donde, si extiendes un poco el brazo, podrías llegar a sentir suavemente esa extraordinaria sensación, diferente, amargamente bonita que, sin duda, me provocaría el simple roce de nuestras manos.
Hoy la he visto posar para los fotógrafos, preciosa, en la entrega de los premios y entre fotografía y fotografía me miró de esa forma en que sólo ella sabe hacerlo... no me dijo nada pero yo la entendí y rápidamente acudí para sacarla de allí...
Nos marchamos paseando, cerca el uno del otro, tan cerca que, aunque sólo por aquella noche, por un momento mientras le acompañaba a casa, pude compartir muy de cerca su maravilloso trocito del cielo.
El mundo de un ayudante no es el mundo que vive una persona como mi jefe, como Paulina.
El trabajo es tan importante para ella que olvida disfrutar de aquellas cosas simples pero impresionantes que nos rodean...
El cielo de África estrellado durante las noches de luna llena, el horizonte lumínico que aprecias en Groenlandia al alba, el color naranja que muestra el sol desde la muralla china y sobre todo, las emociones y sensaciones que te pueden aportar, que puedes compartir con las personas que te rodean...
Nueva York fue la ciudad elegida para la entrega de uno de los premios más conocidos al mejor trabajo de campo realizado durante el año y ella la arqueóloga premiada y yo... como siempre le acompañé de cerca, a 3 metros sobre su trozo de cielo.
Quizá hoy será el día señalado, quizá ahora o nunca encontraré ese instante en que la distancia de seguridad que siempre mantiene se reduzca y del 3 podamos pasar al 2, desde donde el cielo se aprecia más azul, desde donde, si extiendes un poco el brazo, podrías llegar a sentir suavemente esa extraordinaria sensación, diferente, amargamente bonita que, sin duda, me provocaría el simple roce de nuestras manos.
Hoy la he visto posar para los fotógrafos, preciosa, en la entrega de los premios y entre fotografía y fotografía me miró de esa forma en que sólo ella sabe hacerlo... no me dijo nada pero yo la entendí y rápidamente acudí para sacarla de allí...
Nos marchamos paseando, cerca el uno del otro, tan cerca que, aunque sólo por aquella noche, por un momento mientras le acompañaba a casa, pude compartir muy de cerca su maravilloso trocito del cielo.
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