Si alguna vez vas a la playa de noche
si eliges una noche de verano con luna llena…
abre tus brazos, estira los dedos
hasta notar la humedad de las olas,
mira al horizonte y respira profundamente !!
Sentirás
que el aroma te envuelve y te rodea, la brisa marina te sumerge en un
mundo repleto de olores espectaculares y majestuosos que te trasladan a
otro lugar,
a otra situación, a otra vida…
Si
tienes suerte, aunque sólo sea por un minúsculo fragmento de un
instante, podrás sentir que te llena y te impregna el
perfume y la esencia de
Yanys…
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“La
Piazza della Repubblica” está situada en el centro de la ciudad de
Florencia (La Toscana) y data de la época Romana. Está rodeada de
cafeterías y una gran diversidad de comercios diferentes. Los fines de
semana, además, llegan gentes de toda Italia para
exponer sus trabajos artesanales y ofrecen sus productos en puestos
improvisados y ambulantes.
Ese día allí estaba yo...
Yo soy uno de esos a los que llaman
"bohemios",
en realidad somos personas románticas, soñadoras, personas que vivimos
al margen del común denominador de la sociedad, todos nosotros poseemos
una sensibilidad especial
hacia las cosas bellas de la vida.
Ahora
construyo Flautas de Madera, pero no os dejéis llevar por el chiste
fácil, a pesar de la sencillez de su construcción, puede que sea uno de
los instrumentos
más antiguos, pues con diversas formas se encuentra en todas las
culturas, ademas la madera nos ofrece el sonido idoneo para una audición perfecta pues el timbre de estos instrumentos es más suave y melodioso que el de los metales.
Observaba
el tránsito de las personas que van de un puesto a otro, preguntan
precios y a veces compran. Los niños juegan en medio de la plaza y el
murmullo en algún
momento es demasiado ruidoso y confuso se entrelazan las palabras se
mezclan y las ideas se pueden llegar a diluir.
Cuando
ocurre esto yo siempre salgo de mi puesto e interpreto una melodía de
la estupenda Opera “La Flauta Mágica” de Mozart, paseo por la plaza y
observo y veo
lo las cosas que la gente, como yo, hacen con sus propias manos…
No
sé como ocurrió pero de repente me vi detrás de un grupo numeroso de
personas que al compás andábamos siguiendo un camino imaginario.
Aún
no era consciente pero cuando reparé en lo que ocurría supe que lo que
hacía era seguir el reguero de un olor poco frecuente que me llegaba del
fondo de la plaza.
Yanys
descansaba, tranquila, posaba sentada en una fuente repleta de flores y agua
salada. Miraba fijamente al horizonte imaginario por donde yo llegaba y
cruzamos una tímida
mirada que se convirtió en una sonrisa que recordaré para simepre.
A
medida que me acercaba me sorprendía más y más… el murmullo se iba
desvaneciendo y sobresalía con fuerza el sonido de la flauta, la luz de
la tarde le iluminaba la
cara y yo percibía cada vez con más fuerza esa paz que transmitían sus
preciosos ojos y sus movimientos suaves como las olas en alta mar.
Delante
de ella una pequeña mesita con frascos de perfume de flores (Azahar,
jazmín, Dama de noche, geranio de arco iris) que ella misma había
preparado y en la
que el elemento común en todas las esencias era el mismo compuesto... unas gotitas de agua de
mar que Yanys recogía por las tardes, en la playa, cerca de casa,
durante el atardecer, en un pequeño frasco donde combinaba
magistralmente el agua con el aire y la brisa del mar.
Nunca más la volví a ver… pero su esencia seguirá conmigo para siempre.
En los pueblos y aldeas marineras existe la creencia de que las sirenas nos observan y nos cuidan, incluso que una vez cada muchos, muchos años…
atraídas por alguna razón desconocida, se dejan ver para mostrarnos los secretos más maravillosos y extraordinarios que nadie nunca podrá imaginar.
Yo quiero pensar que el sonido de la música que aquel día interpreté con mi flauta de madera, fue la circunstancia que provocó la presencia de Yanys.
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