domingo, 22 de marzo de 2015

La huella de una época...


Si durante un año, cada día, fotografiásemos el mismo lugar desde el mismo sitio y a una misma hora y luego viésemos una película con todas las fotografías tomadas, quizás así seriamos capaces de apreciar la huella que Aroa ha dejado en mi vida.


Hasta que la conocí yo sólo sabía que Aroa es una palabra común Euskera que significa "época", "estación del año", "momento adecuado".
Hasta que la conocí sólo era una palabra dentro de un diccionario, conservado sobre una estantería de cualquier biblioteca, era una definición… sólo era un nombre que alguna vez, raramente, leí en algún sitio que no recuerdo.


La vida de un bibliotecario es dura, en realidad la gente no suele saber que somos personas que desarrollamos procedimientos para organizar la información de una biblioteca y les ofrecemos ayudar para identificar y acceder a la información que necesiten.
Otros nos llaman “cariñosamente” ratones de biblioteca porque pasamos mucho tiempo entre libros…


A medida que van pasando las horas del día, mi biblioteca va quedando desierta, sola, oscura.
A esta rutina me acostumbré rápido, muy rápido, hasta que un día ella cambió mi vida…


A la diez de la noche apago las luces y cierro las puertas… bueno!!, aquél día no fue así y desde entonces ya ningún día volvió a ser lo mismo.


En esa secuencia de fotografías de la que hablaba al principio, uno podría ver en un sólo minuto la pureza y la fuerza con que  la primavera irrumpe en nuestra vida para, un momento más tarde, entrar en el verano de alegres luces y colores que nos abrirá una puerta al otoño maravilloso y dulce que pausadamente nos acercará al acogedor invierno y su encanto… 
Esa extraordinaria y bella sensación, tan veloz como fugaz, pero intensamente, emocionante, vivida en tan solo unos minutos, esa... es la misma sensación que Aroa provoca en mi vida, cada vez que la miro, disimuladamente, a escondidas…


La mesa del fondo, la de la lamparilla verde , la de la luz tenue y cálida aquél día permanecía encendida y me acerqué a apagarla, ya era la hora de marchar, mientras lo hacía pude ver en el pasillo de enfrente como ella buscaba alguna obra entre las estanterías de “Insectos en peligro de extinción". 
Me acerqué y hablamos durante un momento sobre la metamorfosis… (que como todos sabéis es un proceso biológico por el cual un animal sufre cambios de diferenciación celular).


Yo la escuchaba atento, en realidad la observaba y veía como, una explicación le conducía a otra y una palabra a la siguiente, un gesto se fundía con otro y poco a poco, día a día, semana a semana… Aroa ya formaba parte de mi.
Mi amor, mi alegría, mi esperanza, mi vida… 

A pesar de tanto diccionario leído, tanto libro, siempre he tenido dificultad para encontrar la palabra adecuada que exprese este sentimiento, nunca pude hasta ahora que, mientras ella lee, en su mesa del fondo, cerca de la ventana por donde veo como se apaga la luz del día, como llueve en invierno, veo correr el aire del otoño y renacer las hojas en primavera… hasta ahora que tengo que hacer un esfuerzo para retenerme, para no hacer evidente este sentimiento mío.

Hoy será el día….

Hoy dejaré libre mi mente, dejaré fluir mis palabras y le contaré y le diré y soñaré… 


Las ocho de la tarde y no ha llegado…. Mi deseo de verla es aún mayor…

Ya son las nueve y aún no ha venido… quizás hoy será el único día de los últimos meses en el que ella no vendrá…


Debo apagar la luz… son las diez y su mesa, la del fondo cerca de la ventana, la de la lamparilla verde de la luz tenue está vacía… 
Aroa no ha venido, quizás debería haber entendido.
Ahora sé que Aroa no vendrá pero, ella ha ocupado una época de vida, un estación… un momento adecuado. 


Ella no volverá.
Quizás mañana.

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