jueves, 7 de mayo de 2015

La primera luz del día...

Minneapolis es la ciudad más poblada de los Estados Unidos.
El nombre de la ciudad se le atribuye al primer profesor escolar de la ciudad, que combinó las palabras mini, término que en SIUX significa agua, y polis, la palabra GRIEGA de ciudad.

Aunque ya es una ciudad súper moderna, en su zona centro aún persisten las casas pequeñas de tres o cuatro pisos de altura, poco funcionales para la vida moderna pero perfectas para artistas y gente joven que prefiere mantenerse al margen de la rivalidad y la velocidad del mundo que nos rodea.

Aroa vive allí desde hace algún tiempo. Es una artista de hoy, conocida en un mundo donde todo se comparte, donde la amistad aún sigue siendo importante y las personas se siguen mirando a la cara para hablarse…

Sus grafitis adornan algunas calles importantes de algunas ciudades y aunque impensable por el tipo de arte, hace poco tiempo,   es una artista muy cotizada.

Todo parecía irle bien hasta que un día, al amanecer, como solía hacer siempre que podía, tomaba un café asomada a su balcón, mientras respiraba el aire puro de la mañana y sosteniendo su botón acorazonado de color marrón nº 4.


A pesar de ser su barrio un lugar excesivamente poblado, a estas horas es quizás cuando algunos artistas pueden sentir la magia de la mañana y otros el encanto de la última hora de la noche, justo es el momento en que asoma por el horizonte el primer rayo insignificante de luz y ese fué el instante en que Aroa conoció a su chico. Fue en el momento en que apareció "la primera luz del día"

Ella miró hacia abajo, el ruido de unos pasos le llamaron la atención y como casi todo lo que acaba siendo importante en nuestra vida, ocurrió en un minúsculo fragmento de segundo que Freddy, a la vez, levantó la cabeza buscando esa pequeña claridad del primero y diminuto rayo de luz que el amanecer nos enseña cada mañana y fue entonces cuando sus ojos se cruzaron…

Lo que para muchos de nosotros sólo fue una casualidad, un acontecimiento poco relevante, común a estas horas y cada día del año y de una vida, para Aroa se convirtió en el instante justo en que reconoció el amor.

Que ocurrió después.
Como llegaron a hablar la primera vez.
Cual fue el momento en que decidieron compartir su vida.
En qué instante entendieron que estaban preparados para dar un paso más…

Todo parecía irle bien hasta que le conoció. Fue entonces cuando nuestra chica, Aroa, la artista grafitera, comenzó a sentir que ese círculo imaginario que todos ansiamos cerrar alguna vez en nuestra vida y que a pesar de, como ocurre en Minneapolis, estar siempre súper acompañados por personas de todo tipo,  pues ella sintió que su circulo se había cerrado.


  

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