jueves, 13 de febrero de 2014

Relámpago y Lucero...

Cabalgando por la sierra y a la luz de la luna en el prado,
cruzando las montañas lloviendo y también nevando,
Cien caminos anduvimos con Lucero mi caballo
mientras te busco... te tengo porque te estoy recordando.

Intenta imaginar un paisaje típico del Medio Oeste Americano "grandes extensiones de terreno seco en el que se alzan cactus iguales que los que hay en el desierto de Sonora en la zona Norte de América. 
En este desierto predomina el Cactus Saguaro cuyo tamaño varía desde lo que mide un pulgar hasta los 15 metros de alto. Crecen un metro cada 20 a 50 años y durante la primavera florecen), y en el medio de todo este terreno un pequeño poblado con unas cuantas casas de madera, un granero y dos establos para animales que pastan tranquilamente. 
Esta visión es muy aproximada a la que puedo ver desde mi habitación, en la primera planta de la casa de madera que hay justo a las afueras…

Durante estos días y como cada año desde siempre, paso gran parte del tiempo asomado a la ventana y miro al horizonte por que espero verla… aparecerá montada en su caballo de las retuertas (El caballo de las retuertas es una raza equina española y la única que vive en libertad. Es de mediana alzada, perfil acarenado y rústico) aparecerá erguida sobre Lucero, con su mirada firme al horizonte, sin pestañear, viendo todo lo que hay a su alrededor, interesante, espectacular, grandiosa.
Mi padre me habló de ella cuando yo era pequeño y aunque ha pasado tanto tiempo “Relampago, la jinete veloz”, como le llama todo el mundo,  sigue buscándole.
Todos le dijeron que lo deje ya, que abandone, que nunca le encontrará... pero ella no hace caso y sin decir palabra, insiste y sigue cabalgando de estado a estado, entre el duro frío del invierno que llena de nieve las montañas y el caluroso verano que seca todo el pasto de los prados.
 

Relámpago y Lucero... van caminando!!
Lucero y Relámpago... siguen buscando!!

Un día, de hace tantos años, Relámpago le esperaba en casa, como siempre, pero pasaron las horas y después los días y las semanas hasta que harta ya de la espera, subió a su caballo sonajero el de los pelos marrones y el lucero y trotó, galopó, corrió y así comenzó.

Cada año yo  la esperaba, la observaba, nunca conseguí descubrir a quién miraba.

A veces somos como los niños, fáciles de confundir. Un día de un año cuando la veía pasar por el camino hubo un instante que le miré a la cara y ella también me miró, con su gesto interesante, grandioso, espectacular… pero hubo una chispa, un destello en su mirada y entonces lo supe, lo descubrí...
De aquel "momento" nunca dije nada a nadie, ni a mi padre, pero ya si comprendí, la entendí, Relámpago la jinete veloz, desde hacía mucho, quizás desde siempre, entre el frío de las montañas nevadas y el calor de los caminos secos en verano, a lomo de lucero... era feliz!!.

Desde el instante en que inicio su viaje ya había encontrado lo que buscaba.
 
Relàmpago y Lucero, un día de un año cuando recorrían el mundo entero.
 

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