martes, 6 de mayo de 2014

La importancia de un sombrero...

Nunca pensé que un sombrero sería tan importante en mi vida.
 
Me llamo George y soy carpintero y ebanista.
En los ratos libres cuando no tengo la obligación de producir para ganarme la vida, soy escultor en madera de Bulto Redondo!! “Bulto redondo es una de las formas de escultura propia donde se representa la tercera dimensión en verdadera proporción, a veces a tamaño real a diferencia de lo que se realiza en el relieve de medio bulto, que lo hace con una ligera reducción"

Ahora soy feliz pero no siempre fue así.

Mi trabajo en la carpintería me satisfacía… el olor a madera recién cortada, la visión de las mil formas que puede llegar a tener una beta de pino y la pieza ya terminada e instalada hacen que mi tiempo en el taller vuele, pase sin a penas darme cuenta, en general mi satisfacción al hacer este trabajo es completa.

Dedicaba todo el tiempo del mundo a lo que para mí era más que un trabajo mi hobby …pero… después he sabido, he podido apreciar  que la felicidad plena no llegó hasta que no conocí a Carolina.
 
El crepúsculo, que como sabéis es ese cierto intervalo de tiempo antes de la salida o después de la puesta del Sol durante el cual el cielo se presenta iluminado y deslumbra, ciega, oscurece la vista de todo aquél que se atreve a batirse en duelo visual con el Rey de reyes de los astros, el Sol.
 
El crepúsculo es el momento del día más bonito, romántico e interesante que nadie, que no lo haya presenciado, puede imaginar, pero ese momento vivido en el río Zambeze, en Zambia, nada más y nada menos que en las Cataratas Victoria que, con más de una milla de ancho son sin duda alguna, las cataratas más grandes del mundo, ese instante allí, quedará marcado en tu retina, en tu piel y pronto se extenderá a tus genes de donde nunca desaparecerá.

Durante el crepúsculo, si permaneces abajo, a la orilla de la enorme caída y justo unos segundos antes de que el Sol despunte sobre la montaña y deposite sus primeros rayos de mil colores en las aguas trasparentes que vuelan en caída libre, a poco que tengas una cierta sensibilidad podrás percibir la melodía que brota del río y se funde con el espectáculo de colores de la luz y con la brisa húmeda de las aguas dulces y cristalinas!!




El corazón te da un vuelco impresionante pasando de lo más bonito a lo más amargo porque el Sol gana siempre su batalla y aunque por unos segundos crees haber vencido, en seguida te tienes que rendir y retirar la mirada a tanta grandiosidad.

Sólo fueron unos días los que permanecí allí, pero nunca me rendí, siempre lo intenté aunque siempre perdí.

Aquél día, como siempre yo pretendía ganarle una décima de segundo al crepúsculo y restárselo a la luz solar, pero todo cambiaría ya para siempre!!!
Cuando llegó el triste momento de mi retirada, entre sombras la vi aparecer!!, era ella, mi chica!!.

Carolina, que como yo, adora la naturaleza y siente el mismo deseo irrefrenable por el crepúsculo… había ganado la batalla, al menos durante el tiempo suficiente como para apreciar la grandeza del espectáculo que proporciona ese momento con un gesto tan simple como lo es el ponerse un simple sombrero y ocupar un pequeño pero estratégico espacio en la orilla, un punto donde la enorme y poderosa fuerza de los rayos eran vencidos por la simple y débil tela de un mísero sombrero….

Carolina habiéndome visto día a día en la lucha y en la dolorosa derrota, ese día se acercó pausadamente, sin temblarle el pulso y me puso el sombrero que me daría la victoria para siempre y que me acompaña desde entonces...

Ahora, siempre que podemos volvemos y a veces incluso he podido esculpir, tallar mi madera en punto redondo durante este momento.
Esto, no siendo el único y puede que ni siquiera el más importante, es el regalo de Carolina que más aprecio y valoro porque me muestra, como es ella, sin hablar, sin decir nada, sin pretensión alguna, que siempre, siempre,  su prioridad es ayudarme para que yo luche con ventaja y gane las mil batallas que emprendo cada día.


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