El primer día, cuando la conocí, ya me pareció preciosa.
Llevaba un rizo especial en su pelo negro azabache y
adornaba su cara con el flequillo súper gracioso que a duras penas dejaba ver sus
ojos, sólo un lazo rojo esmeralda sujetaba lo suficiente como para que se
pudiera entrever y adivinar lo especial de su cara tan bonita.
Teníamos 6 años entonces y aquella primera imagen quedaría
grabada en mi mente para siempre….
Cuando me paro a pensar en ella se que, en ese instante y en los años sucesivos, a pesar de que íbamos creciendo juntos y compartimos muchos momentos inolvidables para ambos, quiero pensar, nunca supe como retenerla….
Cuando me paro a pensar en ella se que, en ese instante y en los años sucesivos, a pesar de que íbamos creciendo juntos y compartimos muchos momentos inolvidables para ambos, quiero pensar, nunca supe como retenerla….
A la infancia le siguió la adolescencia y en seguida la
juventud y con ella el adiós a una parte de mi sueños.
El salmón es un pescado popular debido a su sabor tan
versátil y a su valor nutricional.
Un buen pescador debe aprovechar los hábitos migratorios,
estar pendiente, preparado, ser paciente y contar con el equipo adecuado… sólo
así podrá capturar este pez tan rápido y fuerte pero, aunque yo soy un buen pescador, renuncio y repudio el
sacrificio innecesario hacia los animales, incluyendo los peces, así que la
mayoría de los días termino empapado, viendo cómo pasan los salmones por mi
lado en su viaje maravilloso de ida o vuelta y metido en el agua del río sin
una sola presa.
Aquel día no parecía diferente salvo en que delante de mí,
río arriba, a unos 500 metros, se había concentrado un grupo de aquellos que se
toman la pesca como una actividad más en un día dedicado al “Coaching” (El Coaching
es una metodología que consigue el máximo desarrollo profesional y personal y
que da lugar a una profunda transformación de la persona) que está muy de moda
hoy en día en las Empresas y que sustituye a las antiguas reuniones con el jefe
en un viaje a la playa o al campo donde los empleados se ponían morados a vino
y jamón del bueno y regresaban pensando que pertenecían a la mejor empresa del
mundo, adquiriendo la fuerza interna necesaria para esforzarse un poquito más.
Era curioso observarles mientras hacían grupitos, se
reunían, hablaban, corrían alrededor de sus monitores… parecían pasarlo bien
ellos y yo, caña en mano y en el medio del río, observándoles, también.
Finalmente, cuando recogía el lastre de mi día de pesca sin
presa, pude ver como una chica, allá, a
unos metros de mí, donde el río hace una curva pronunciada y el agua
trasparente corre lentamente, a otra velocidad, sobre la roca que hace de pared
de contención, la chica había encontrado el sitio mágico donde los salmones, en
grupo, río arriba, hacían un pequeño descanso para tomar ya la última parte del
viaje hacia su origen…
Subir hasta allí es una cosa pero para bajar de la
resbaladiza roca se necesita ayuda y aunque ella no lo sabía, me acerqué para
ayudarle porque yo si lo sé….
Llevaba un rizo
especial en su pelo negro azabache y adornaba su cara con el flequillo súper
gracioso que a duras penas dejaba ver sus ojos…. Por eso la reconocí.
El momento siguiente se pareció bastante al momento en que alguna vez imaginé que ocurriría cuándo volviera a ver a Beatriz, los siguientes días fueron fabulosos pero finalmente llegó la hora del retorno, río abajo, hacia un mar de edificios en una enorme ciudad...
Yo, como había hecho hasta ahora, cada temporada vuelvo al río, preparado con todas las artes y organizo mi propia operativa de pesca sin presa y paso las tardes de todos los fines de semana esperando la nueva llegada de la temorada que trae de vuelta al salmón y con ellos, quizá, algún día, volveré a reconocer en ellos un trocito de mis sueños.
El momento siguiente se pareció bastante al momento en que alguna vez imaginé que ocurriría cuándo volviera a ver a Beatriz, los siguientes días fueron fabulosos pero finalmente llegó la hora del retorno, río abajo, hacia un mar de edificios en una enorme ciudad...
Yo, como había hecho hasta ahora, cada temporada vuelvo al río, preparado con todas las artes y organizo mi propia operativa de pesca sin presa y paso las tardes de todos los fines de semana esperando la nueva llegada de la temorada que trae de vuelta al salmón y con ellos, quizá, algún día, volveré a reconocer en ellos un trocito de mis sueños.
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