miércoles, 12 de marzo de 2014

Primavera de aire dulce


La primavera no es sólo una estación, unas fechas, unos días en mi calendario, la primavera es mi vida…

Me llamo Joseph y desde hace algún tiempo vivo en Austria, llegué un noche del mes Abril al hotel Achat Plaza, junto al Danubio, sólo quería visitar y conocer “ La ruta de los maestros artesanos de Estiria “ donde Josef Kern, entre otros grandes maestros, elaboran sus “Zirbenkugeln” en un proceso completamente manual: (chocolate negro amargo relleno con una masa hecha de chocolate, nata, aguardiente y miel fresca)


Años después, en la actualidad, soy conocido como el rey de los bombones por mis diversas creaciones en chocolate artesanal. El más famoso de entre los famosos es mi bombón “Beso de Aire dulce” cacao puro para la cobertura, nata y mantequilla de fresca, además de una lluvia de almendra italiana, avellana turca y cereza griega.

Nadie se resiste a mi Beso de Aire Dulce, cuando depositas la pieza en boca, las sensaciones que se perciben son indescriptibles e irrepetibles, ni siquiera con un nuevo Beso notarás los mismos aromas y sensaciones.

Su descubrimiento me llegó justo al día siguiente a mi llegada al hotel, su creación tardó un poco más y como consecuencia de algunos acontecimientos que ahora relato:

Al amanecer me despertó el ruido del Gran Río, el Danubio, que hacía un giro pronunciado a unos metros de la ventana de mi habitación, en la planta baja, me levanté para cerrar las cortinas y descubrí, al otro lado, junto a la orilla, un jardín y en él una fabulosa composición de colores, el azul famoso del Danubio difuminado por el rojo del sol que nacía en el horizonte y se fundía con el cielo estrellado de la noche Vienesa ¡¡ las flores del jardín coloreado formaban un aura cristalina y en el centro…. Marís.





No pude resistir la admiración por lo que veía y me senté sobre la ventana abierta y observé como ella seleccionaba y recogía flores que depositaba en una preciosa canasta para luego distribuirlas por las habitaciones del hotel.

El tiempo pasaba pero no para mí. La presencia de Marís se prolongó durante toda la primavera y yo cada mañana me levantaba temprano y la observaba entre los colores de sus flores, en el centro de una burbuja blanca cristalina. Después, cuando se marchaba, yo continuaba con mi trabajo visitando la comarca de Estiria y aprendiendo nuevas formulaciones con los productos del lugar para la elaboración de mis chocolates.

La noche se hacía larga esperando el momento de la mañana en que Marís aparecía nuevamente, llegaba con la luz del día y durante una hora, como cada día, recogía sus flores de colores de aquél lugar donde emanaba el olor característico a hierba cortada que se entremezclada con los perfumes diversos de las plantas... era un auténtico espectáculo. 
El tiempo no se detiene y a final de Mayo mi tiempo se había agotado… el último día, la última madrugada.

Me levanté temprano para recoger todas mis cosas, alguna ropa y la materia prima recolectada (cacao, vainillas, canela, musgo del Danubio, fresas, amapolas...) esperaba sentado en la ventana la aparición de Marís que llegó puntual, como siempre preparó su cesta de flores pero antes de marcharse…. esta vez, aún no sé muy bien porque, quizás por algún cierto sentido, volvió su mirada hacia mí, durante unos segundos, fijó su mirada y yo me paralicé, dando pasos cortos se acercó y entonces por primera vez pude verla bien, con claridad, por un momento se desvaneció el aura que la cubría, tomó una ramillete de flores recién cortadas de la canasta y acercándose un poco más me las dio y acercándose un poco más !! me besó en la mejilla.. oh dios mío, fué lo más parecido a una caricia de aire dulce...

ese instante, de colores de primavera, de olores a cacao, vainillas y amapola, con el sabor de sus labios y la imagen azul del Danubio, quedaron en mi recuerdo.

En mi casa de Francia, lo intenté.
Pasé mucho tiempo combinando y conjugando olores y sabores que se asemejaran a aquél momento, pero finalmente me di cuenta que nunca sería posible.

Tuvieron que pasar meses y algunas estaciones hasta que en Abril del año siguiente volví a Austria... en mi habitación del hotel, esa que está justo en frente del Danubio y con la visión indescriptible de los colores de la primavera... nació y ya para siempre, hasta hoy, el "Beso de aire dulce" con el que me regala cada día Marís.

2 comentarios:

ABOTÓNATE Y COMENTA...