viernes, 24 de octubre de 2014

Un momento de suerte...


Alguna vez uno tuve 30 años y alguna vez probé suerte en el maravilloso sorteo de la vida.
 
De aquél tiempo conservo un recuerdo... esta fotografía que cambió mi vida y ahora os explicaré porqué.
 
Siendo yo de "Obejo" que es un pueblito de Sierra Morena en Córdoba, no sé muy bien como ni porque, desde siempre quise ser artísta de cine, pero no del cine del barrio, ni siquiera del cine español, como no, yo del cine grande!!! artista de cine del mismo Hollywood!!!
 
Con los pocos recursos que pude ahorrar en mi época de bailarín de claque en ciertos cabarés, donde era considerado el bailarín más inestable de Madrid, debido fundamentalmente a los diferentes accidentes que padecí en el momento en que la pasión sobrepasaba el límite de lo racional y mis pies se entrecruzaban en movimientos ilógicos que terminaban dando con migo y a veces con mi pareja, en el mismísimo suelo.
En cuanto que pude, pronto, a una edad que yo entendía adecuada para la aventura americana me largué para cumplir mi sueño y al poco de llegar, en el minuto uno, cuando tomé el metro para llegar a la que sería mi casa hasta empezar a ganar dinero en abundancia, como era mi propósito, en ese mismo minuto me encontré contra una pared sujeto por dos individuos armados hasta los dientes y al segundo minuto, sólo, con mi maleta de cuadros, asustado y sin un céntimo en el bolsillo…
 
Fueron algunas más las historias que os podría contar sobre mi periplo de 15 días en America pero, por no cansaros me centraré en lo importante.
 
Tras algunas penurias y bastante hambre y el hecho de que ni siquiera había podido ir al cine para pasar el tiempo, decidí que lo mejor sería marcharse y olvidarse de todo.

Al fin y al cabo podría mejorar mi claque y comenzar desde cero en mi tierra, rodeado de la gente que conozco y sobre todo, comiendo y viviendo bien!!!.
 
Como a pesar de mi edad fui siempre bastante previsor, había guardado celosamente en el interior de la maleta y en un sitio estratégicamente escondido el dinero suficiente y estricto como para poder comprar un billete de avión para la vuelta, por si acaso…
Y como por si acaso llegó y ya no quise esperar ni pasar más penurias me hice con el preciado billete de avión que mañana me devolvería a las salas para volver a ser “El bailarín de claque más inestable de Madrid”.
Ojeando un periódico hispano allá en la cola del aeropuerto, en las noticias de sociedad, vi como esta misma tarde se celebraba una fiesta benéfica “El día del botón” la idea era recaudar dinero para un proyecto sobre la confección por unos modistos importantes de unos uniformes para la banda municipal de New York y la anfitriona de la fiesta era nada más y nada menos que Demi Moore.




Fiesta gratuita, Demi Moore, Hollywood… ese es mi momento y tras comprar el billete y ponerme el mejor traje de mi maleta me coloqué el botón obligatorio en el bolsillo y a la fiesta y en unos minutos conseguí la fotografía que todos veís y que me catapultó directamente a la fama.
 
El viaje de regreso fue un poco triste. Mis sueños, ilusiones, alegrías se habían ido a la porra en sólo 15 días, así que dormí durante todo el viaje.


 
A la llegada, cabizbajo recogí mi equipaje y ehhhh, que ocurre? que pasa?.
 
Multitud de fotógrafos, periodistas, familiares y gentes se habían reunido en el aeropuerto y me aclamaban, me aplaudían por algo que aún desconocí.
Por un momento me sentí en el centro del universo, en la cima de la montaña más alta del mundo, me sentí el rey de un reino fantástico… me pareció que caminaba hacia el estrado donde me entregarían mi Oscar e incluso escuchaba mi nombre, entre murmullos, a lo lejos "Eduuuuu..."
A esto que alguien se acercó a mi y me contó, me dijo que yo era el afortunado, el agraciado con el décimo de la lotería nacional, esa especial que sólo toca a una persona a la que hace super millonario para toda la vida.
Yo no daba crédito pero la fotografía sí.
A las pocas horas de conseguir la foto con Demi, un periodísta de mi pueblo, curioseando comprobó que el número del décimo que tímidamente asoma por mi bolsillo junto al botón morado, era precisamente el décimo premiado y durante mi vuelta organizó tal recibimiento inesperado pero bien venido… La suerte estaba echada.
 
Hoy, unos pocos años después soy el director de la mejor sala de espectáculos de Madrid y el bailarín más inestable del planeta pero, también y gracias a unas inversiones extraordinarias, el inestable más rico del mundo.

1 comentario:

  1. Es realmente bonita esta historia, ojala se cumpla aunque ese numerito que asoma por el bolsillo sea el que lleve todo el pueblo de mi Otura GRACIAS por esta preciosa historia me encanta...

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