Erase una vez una niña diferente...
Erase una vez una joven peculiar...
Erase una vez alguien que se parecía a la protagonista de nuestro cuento....
Erase una vez Teresa....
Hace tiempo en Tomsk que es un pequeño pueblito perteneciente al estado de Siberia en la Rusia de 1800, nació Teresa (en ruso Tepe3a).
Creció entre trastadas y vivió y aprendió como cualquier niñ@, sin embargo algo le hacía diferente... algo le diferenciaba del resto de las personas que le rodeaban...
Tepe3a podía pasar tiempo acompañada de amigos pero esto no le impedía, nunca abandonaba, constantemente permanecía unida a un mundo diferente al que llegaba a través de una sensibilidad especial consiguiendo un espacio imaginario, bonito, inteligente, sorprendente, repleto de historias, donde la imaginación no tenía límites y al que no todos nunca podremos llegar....
Teresa está un poco loca.... decían los que no le conocían.
Esa chica nunca llegará a ningún sitio. No ha aprendido a ser mayor, repetían los de siempre.
Hoy, después de muchos años, de algunos siglos, en el pequeño pueblo de Tomsk, allí en la lejana región de Sibería, solo se recuerda entre todos los cientos de miles de personas que han nacido allí, sólo se recuerda a Tepe3a, y los que hemos leído sus cuentos de princesas, sus relatos de amor, sus historias escritas, hemos entendido desde el primer capítulo del primero de sus libros que Teresa forma parte de ese pequeño grupo de seres inteligentes, libres, capaces de viajar sin ataduras a través de su ingenio e imaginación y llegar al, envidiado por todos, maravilloso mundo de la fantansía.
No es fácil seguirla, nunca resulta sencillo entender una mente donde las ideas fluyen a toda velocidad.
Por suerte ella nunca perdió esa cualidad.
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