La princesa del viento...

Erase una vez un pequeño pueblito del sur de la antigua Europa, en él vivía desde hacía unos años una chica maravillosa con una imaginación sorprendente...

Con frecuencia, a última hora del día y ya mientras terminaba el último papeleo en la oficina donde cada día iba a trabajar, cansada, rendida, sentada frente a la máquina de escribir, con las manos en las teclas, cerraba los ojos y comenzaba a escribir relatos cortos sobre mundos imaginarios y mágicos, absolutamente sorprendentes, personajes entrañables que, a poco que leías y les ibas conociendo, si eres como nosotros, chiflados abotonados, te hacían sumergir en un mar de sentimientos profundos de aquellos que te hacen reír enérgicamente y llorar de ilusión.....

Una tarde, la de un día cualquiera, Carmen, muy cansada, no pudo resistir el sueño y se dejó caer sobre la vieja máquina de escribir, cerró suavemente los ojos y entró profundamente en un precioso sueño, fantástico, genuino, extraordinario, sublime.

Aquellos que la conocen dicen de ella que es imaginativa, inventora, divertida, a la vez que entrañable y moderadamente responsable.

Cuando yo la conocí me pareció que escondida en la mirada ingenua de una chica corriente, se hallaba un mundo por descubrir, autopistas de ideas y pensamientos que en cuanto que pasaban unos minutos y dejaba atrás la timidez, emergían naturalmente... 

Se dice de las mariposas que sin ellas los campos y los colores de la primavera y el otoño nunca serían lo mismo y exactamente eso es lo que su ausencia en mi vida provocó. 

Poco antes de marcharse, una tarde, mientras tomaba un café, Carmen me lo contó, me relató con su propia voz aquel precioso sueño, fantástico, genuino, extraordinario, sublime, aquél sueño que hizo que, como una mariposa, Carmen, abriera sus alas y dejará volar para siempre su imaginación.

Un día ella me lo contó "La princesa del viento" y hoy... bueno¡¡ quizá hoy no, tal vez otro día yo os lo contaré a vosotros.

Déjate llevar..... un minuto, un sueño, una ilusión.