martes, 28 de julio de 2015

La Cenicienta...

Praga es la capital de la República Checa… también de la región de Bohemia.

Situada a orillas del río Moldava tiene aproximadamente 1,2 millones de habitantes, lo qué la convierte en la ciudad más poblada del país.

Desde 1992 el casco histórico de la ciudad es Patrimonio de la Humanidad, su belleza la convierten, probablemente, en una de las ciudades más bonitas del mundo y es allí precisamente, entre edificios de diversos estilos arquitectónicos que forman un entramado de calles unidas por el suelo de adoquines, allí, aquella tarde la vi…  

Se acercó y sin pronunciar palabra me arrancó el cigarrillo de los labios y lo estampó en el suelo sorprendiéndonos a todos, me cogió de la mano, sin fuerza, me arrastró hacia algún sitio… me dejé llevar.

Paseamos durante minutos? Quizás horas!!!  no lo sé muy bien, con Raquel el tiempo parece ralentizado.
Ahora sé que las calles del centro de Praga se hicieron para los enamorados… 
 
A pesar de todo la tarde fue pasando y abriendo camino a la noche.  El reloj devoraba las horas inevitablemente y ella relucía cada más sobre toda la cantidad impresionante de personas que se dan cita para el paseo entre estas maravillosas calles.



En algún momento de la noche, entre calle y calle, llegamos a un lugar precioso en el margen izquierdo del Moldava. 

A través de una especie de pasillo largo que formaban las casas bajas de la ciudad llegamos a una explanada repleta de mesas y sillas de madera vieja ocupaban todo el espacio mientras varias decenas de bombillas daban una luz tenue al lugar que, a estas horas, se encontraba repleto de parejas y de amigos que compartían, envueltos en la misteriosa y atrayente fragancia  del río, una conversación, una mirada, un beso, tal vez sólo un sueño.

A las 12 todo acabó…

Desde nuestra mesa podíamos ver el reloj de la torre de la iglesia de San Antonio. 
Un leve reflejo de La luz del reloj sobre su cara aún la hacían más bella, preciosa, pero!!!, fue en ese preciso instante, fugaz, … en ese momento cuando la perdí.
Se levantó y después de regalarme la mirada más dulce jamás mostrada, una visión que nunca olvidaré, desapareció entre las mesas y después entre las calles y después entre las ciudades o los países¡¡¡.

A pesar de que fui tras ella... la busqué, desesperadamente incluso, nunca más la encontré.

A veces, incluso ahora, cuando ya han pasado algunos años, recuerdo aquél día y a veces pienso que sólo fue un sueño, pero para asegurarme me acerco a mi baúl de recuerdos y puedo verlo y cogerlo entre mis manos y volver a guardar aquél  zapato blanco, como el cristal, que dejó atrás ese día mientras desaparecía para siempre.
      
 

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