En sus costas se muestran interesantes fenómenos geológicos y hay restos arqueológicos de las etapas minoica, helenística, romana y bizantina.
Es una pequeña isla, poco conocida y por lo tanto menos afectada por el turismo de masas cómo otras islas vecinas.
Todos recordamos su nombre porque en ella se encontró la famosa Venus de Milo.
Las casa guardan una cierta uniformidad, de color blanco reluciente y de construcciones simples y de poca altura que unidas entre sí forman calles y callejones alucinantemente bonitos y perfectamente integrados en un paisaje de ensueño para muchos de nosotros que cada año, en el mes de Junio, llegamos a esta isla griega para participar en este curioso y minoritario concurso de inventos extraordinarios....
"Los inventos extraordinarios son aquellos cuya comercialización nunca será posible, bien sea por motivos económicos, de inutilidad del producto, imposibilidad de fabricación o simplemente por su carencia absoluta de racionalidad para cualquier uso. Para poneros un ejemplo os diré que mi invento de este año ha sido el "boligrafo de tinta volatil" es magnífico para ahorrar papel ya que lo escrito desaparece en 30 días y 6 horas exactamente, por lo que el papel podrá volverse a usar, claro que lo escrito se habrá perdido para siempre!!
Cada cinco de Junio nos reunimos en Milos, casi simepre somos los mismos, un grupo de gente extraordinaria cuyas ideas y pensamientos se apartaron de la realidad conocida un día y continúan el camino de la vida viajando por atajos y precipicios invisibles para los demás, exactamente así es mi querdia amiga Mariela...
Este año ha traido un invento genial, se trata de un esmalte de uñas con sabores de platos comestible (tortilla patatas, hamburguesas, calamares, etc.), ya sé que dicho así suena a estupidez pero no imagináis la cantidad de gente que agradecería poder seguir comiendo las uñas sin miedo a envenenarse con los esmaltes tradicioneales o medicinales.
Su imaginación es infinita e inagotable y tiene el poder de la convicción.
Mientras le oyes explicando su invento, mirando como lo hace, te convence absolutamente, de hecho, cuando acompaña su explicación con esos graciosas gestos, sus manos, sus brazos y el cuerpo entero, anula definitivamente tu voluntad y, sin darte mucha cuenta, te habrá convencido de lo que quiera.
Cada temporada, los días en Milos, junto a Mariela, están comenzando a ser inolvidables y sólo de pensar que, por este año, van llegando a su fin, sólo de pensar que en pocas horas tendré que marchar y dejar de mirarla cada mañana cuando el sol primero ilumina sus preciosos ojos marrones y verdes, dejar de compartir esos instantes durante el día, en los que, si ella quiere, puedes llegar a tocar las nubes de algodon que adornan el cielo de la isla con las yemas de los dedos... me hace sentir eso y en realidad todo aquello que, mi extraordinaria y alocada amiga, se propone.En pocas horas me iré y ya me invade esa extraña sensación de ahogo y de tristeza que inunda tu cuerpo cuando temes algo inminente...
Mañana, durante el viaje de vuelta, quizá regresen las mismas dudas y preguntas de cada año y probablemente me quedaré sin respuesta, como siempre.
La isla de Milo |
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